Durante estos días se hacen muchos estudios en internet, ya que desde que la pandemia acampó a nivel mundial entre nosotros, la red ha sido la mayor herramienta de comunicación de la hemos podido disponer. La web se convirtió en el vehículo con el que podíamos realizar cualquier actividad cotidiana, descubriendo usos que hasta entonces no conocíamos o no habíamos utilizado mucho.
Por supuesto, la red de redes es el primer productor de ocio del mundo, a cualquier nivel y en cualquier categoría; los contenidos digitales para el entretenimiento están a un paso de no tener límite. Y, por supuesto, si hay un tipo de diversión que podemos encontrar de manera online y en cantidades industriales, es el de la pornografía y todo lo que tenga que ver con el sexo. De hecho, el sexo virtual durante el confinamiento está siendo objeto de estudio y estadísticas, pues su consumo tuvo un aumento exponencial durante esos meses de la primera ola de contagios del coronavirus. Nada de extraño, claro está, porque el porno en internet ya se lleva la palma en cualquier estadística que hable de ocio, ya sea o no online.
La pandemia del coronavirus está afectando la sexualidad y las relaciones. Las medidas de confinamiento y distanciamiento social que nos protegen están agravando involuntariamente las dificultades relacionadas con la intimidad y limitando el acceso de las personas a sus parejas. Para algunos, el Covid-19 es sinónimo de soledad y estrés en las relaciones; mucha gente acaba eligiendo entre intimidad y seguridad. Los solteros que buscan pareja renuncian al celibato, mientras que las parejas experimentan tensiones relacionadas con el aislamiento forzado.
Frente a esta pandemia mundial, estamos encontrando formas nuevas, innovadoras y seguras de conectarnos íntima y sexualmente a través de la tecnología. La tecnología sexual es más que juguetes u objetos sexuales utilizados para la estimulación sexual. Es una industria de miles de millones de dólares que crea una amplia gama de productos para experiencias eróticas interactivas, inmersivas y conectadas. Esto incluye, pero no se limita, a: realidad virtual, aumentada y mixta, «teledildonics», aplicaciones y plataformas de citas, juegos eróticos en línea y agentes eróticos artificiales (o e-robots) como robots sexuales, parejas virtuales o chat-bots eróticos.
El sexo tecnológico es la forma más segura de satisfacer nuestras necesidades sexuales y emocionales en tiempos de encierro y distanciamiento social. Ofrece formas innovadoras e inclusivas de relacionarnos eróticamente con humanos y máquinas que pueden abordar nuestros deseos de placer sexual y también satisfacer nuestras necesidades de afecto y compañía. La tecnología sexual podría ayudar a aliviar el sufrimiento causado por la soledad o el celibato forzado y permitirnos mantenernos en contacto con nuestros seres queridos mientras esperamos a que pase la tormenta.